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Muerte de un ciclista (1955)

                     "Tengo miedo"

       "Tranquila"... "Nadie nos ha visto"

  Muy buena película, aunque sin llegar a obra maestra de género dramático y de nacionalidad española, llevada al cine con un guión  y dirección de Juan Antonio Bardem. Un cineasta nacido en Madrid.

  Empezó su carrera como coguionista de la emblemática "Bienvenido, Mister Marshall" (1952). Más adelante ejercio de codirector junto a Luis Garcia Berlanga, en la comedia ligera "Esa pareja feliz" (1953). Pese a sus comienzos cómicos, las películas que le dieron prestigio cinematográfico se caracterizaron por su traslado de la estética neorrealista al cine español. "Muerte de un ciclista" (1955) y "Calle Mayor" (1956) consolidaron a Bardem como uno de los directores españoles más destacados de los años cincuenta. Sin embargo fue arrestado varias veces por su pertenencia al Partido Comunista de España, prohibido durante esa época.

  A medida que avanzaba la década de los sesenta y emergia el "nuevo cine español" de Carlos Saura y otros directores más jóvenes, su posición dentro de la cultura cinematográfica española fue cada vez más marginal. A mediados de los años sesenta, Bardem trabajó en proyectos más comerciales e internacionales como "Los pianos mecánicos" ("1965) interpretada por Melina Mercouri, James Mason y Hardy Krüger.

  A principios de la década de los setenta, Bardem se dedicó más a películas de género, como la bélica "El último dia de la guerra"(1970) o la fantástica "La isla misteriosa" (1973). Aunque todas incluian alegorias de la represión politica en España, ninguna era propiamente obra politica.

  Después de la muerte de Franco, en 1975, Bardem pudo abordar de nuevo historias con mayor carga politica. La recuperación de las libertades le permitió acabar películas como "7 dias de enero" ("1979), sobre la masacre de los abogados laboralistas de Atocha en 1977, y "La advertencia" (1982), sobre el revolucionario búlgaro Georgi Dimitrov.

  La acción pues, tiene lugar en Madrid y alredeores, durante unas semanas de invierno de 1955, y nos mete en la vida de Maria José de Castro y Juan Fernández Soler, estos fueron novios en su juventud, pero tras la Guerra Civil y la boda de ella con un rico industrial, Miguel de Castro, ahora mantienen una relación amorosa continuada y clandestina. Pero una mdrugada invernal de regreso en el coche de ella, de una posada donde han pasado la noche, en un cambio de rasante atropellan a un ciclista, un obrero metalúrgico, al que abandonan aún con vida, sin informar a la policia para evitar ser interrogados...

  La película pues, desarrolla un potente drama que sume a Maria José, preocupada por su seguridad y por las amenazas de chantaje de un villano, un tal Rafael Sandoval, y el de Juan, poseido por los remordimientos y una gran gradual toma de conciencia de la realidad social del pais.

  Con elementos sencillos y escuetos, Bardem mantiene la historia con un suspense sin fin, que va enrareciendo el ambiente y creando una atmósfera de opresión y malos augurios.

  El objetivo de la película no es narrar con solvencia y eficacia, un caso policial o de intriga criminal, como hace y muy bien, si no anunciar la proximidad de un cambio. La clara dominante, sostenida y amparada por el franquismo, mimada por el egoismo, la hipocresia, el culto a las apariencias y la doble moral, se va a ver en un futuro lejano desbordada por la emergencia de una juventud nueva, generosa, solidaria y libre de prejuicios.

  La toma de conciencia de Juan se manifiesta en el sentido de constatar la inviabilidad de la mediocridad de los poderosos y la fuerza de los jóvenes, como su alumna Matilde Luque y sus compañeros de Facultad. Pasados los años se comprende mejor que Bardem, en los años oscuros de opesión totalitaria, los presos politicos, el aislamiento internacional, la pobreza, el subdesarrollo, la atarquia y la vida ciudadana bajo permanente vigilancia policisl y politica, concibe un sueño, que era el de muchos.

  El sueño tardaria 22 años y se impondria de acuerdo con la lógica de la realidad, no las aspiraciones del cineasta.

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